Durante el día nuestros sentidos permanecen despiertos, registrando estímulos visuales, olfativos, gustativos, auditivos y táctiles, sin embargo la mayor parte de las veces no somos conscientes de esas percepciones. En la cata nuestro cerebro procura analizar y memorizar el mayor número de sensaciones conscientes que nos transmite un vino, mejorando de este modo no solo nuestro conocimiento, sino también el placer de nuestros sentidos.
La cata requiere aprendizaje y memoria, saber catar significa utilizar eficazmente los sentidos para interpretar las sensaciones que forman parte del análisis del vino.
El aprendizaje de la cata requiere el dominio de las técnicas de cata, los criterios con los que se juzgan los vinos y el vocabulario asociado. Posteriormente, desarrollar estos conocimientos requiere probar una amplia gama de vinos y extraer conclusiones no solamente subjetivas, proceso más largo y que requiere paciencia y buena voluntad.
Aunque quizá algo menos importante que el sabor y aroma, el análisis visual nos permite obtener información importante sobre la concentración y madurez del vino.
Observe el vino en un lugar iluminado y sobre fondo blanco. Mírelo de abajo a arriba, inclinando la copa hasta dejarlo casi horizontal, repita el procedimiento de arriba abajo, con el fin de ver claramente el vino.
SUBTÍTULOS
Es fundamental comprender que el olfato es el sentido más importante en la apreciación del vino. En el mundo del vino y de la gastronomía, contrariamente a lo que mucha gente cree, gran parte de lo que saboreamos es olor.
El olor es la variable principal del sabor, mucho más que las sensaciones a través de la lengua (gusto). Las personas con problemas olfativos (como la anosmia) tienen una percepción de las bebidas y alimentos menor o en el peor de los casos nulo. Lo mismo ocurre con problemas temporales que impiden una correcta capacidad olfativa, como en gripes o resfriados.