Durante el día nuestros sentidos permanecen despiertos, registrando estímulos visuales, olfativos, gustativos, auditivos y táctiles, sin embargo la mayor parte de las veces no somos conscientes de esas percepciones.
En la cata nuestro cerebro procura analizar y memorizar el mayor número de sensaciones conscientes que nos transmite un vino, mejorando de este modo no solo nuestro conocimiento, sino también el placer de nuestros sentidos. La cata requiere aprendizaje y memoria, saber catar significa utilizar eficazmente los sentidos para interpretar las sensaciones que forman parte del análisis del vino.
El aprendizaje de la cata requiere el dominio de las técnicas de cata, los criterios con los que se juzgan los vinos y el vocabulario asociado. Posteriormente, desarrollar estos conocimientos requiere probar una amplia gama de vinos y extraer conclusiones no solamente subjetivas, proceso más largo y que requiere paciencia y buena voluntad. Más allá de beber vino, o de una simple degustación, la cata implica un análisis consciente a través de los sentidos. Esta labor para hacerla más fácil y dogmática, se ha aceptado dividirla en tres pasos, etapas, o fases que, con la ayuda de la tienda de vinos LAVINIA de Madrid, explicamos a continuación.